BASILIO MARTIN PATINO O LA INNOVACIÓN
La presencia de la propuesta “Capea”, de Basilio Martín Patino, en la sala Adora Calvo nos lleva a señalar que en los tiempos que corren no resulta complicado internarse por caminos rompedores,
que entrañen el compromiso con la vanguardia, lo que generalmente supone disidencia. Pero hubo un tiempo en que en el campo del cine esa disidencia entrañaba renunciar a participar de las
ventajas del cine comercial, tanto en lo referido a proyección profesional como en beneficios económicos. Fabricar películas supone una inversión notable y salirse del circuito puede conducir al
callejón del estrépito.
Basilio Martín Patino se fue de ese circuito, se salió de la ruta comercial, se arriesgó a caer en el hoyo. Pero hoy es un realizador de culto –y más aún en el extranjero que en nuestro país--
porque su estampida del cine comercial lo llevó a las rutas de la innovación, de la búsqueda, en sus propuestas frente al convencionalismo. Se puede señalar que su recorrido ha estado jalonado
por obras diferentes a las producciones normales, películas rompedoras en su forma, en su estructura, y en sus contenidos, en las que destaca la carga de innovación que ha vertido en cada una de
sus piezas. Claro que él asegura que lo que ha hecho ha sido “jugar” con las imágenes, porque le encanta esa sensación de ver a dónde llega, de manipular, de internarse por donde advierte trochas
que, de todas formas, ya ha perfilado en su imaginación, según marcha en su peculiar sistema de desbroce de imágenes, antaño con la moviola y ahora con el ordenador.
En sus montajes, Martín Patino ha “jugado” con total libertad, hasta el punto de volver a recomponer lo que ya había compuesto. Lo hizo, por ejemplo, en su lección con motivo del doctorado
honoris causa en la Universidad de Salamanca, en una vuelta de tuerca de películas notables. Y lo hizo, también, con “Capea”, la obra que ahora se muestra en la sala Adora Calvo. Dispuso esa
pieza para la exposición de Japón, con el punto de partida del que fue su primer documental, “El noveno” (1961), en torno a la fiesta de San Felices de los Gallegos por la liberación de la
opresión tributaria de la casa ducal de Alba. Es una obra representativa de esos “juegos” que tanto agradan al realizador, el trajín con las imágenes, la fragmentación y la agilidad del relato,
el coloreado y los virados…
“Capea”, que no se conoce en España, es pieza breve pero sustanciosa en la obra de B. Martín Patino, y es un aporte más a la “filmografía basiliana” sobre Salamanca. Siempre, lejos del riesgo del
localismo que puede afectar a este tipo de composiciones. Todo lo contrario, su estructura muestra su afán rompedor. Por eso, en Japón “Capea” sujetó a gentes de las que podría pensarse qué
demonios pensarían sobre esas peripecias de las gentes de San Felices de los Gallegos.
Ignacio Francia