"EXPOSICIÓN NO DISPONIBLE"

Luis San Sebastián

Cuando en 1960 Yves Klein se coloca a sí mismo dejándose caer en el vacío en una icónica fotografía, inaugura la tendencia fundamental del arte de posguerra: el conceptualismo. Este consistió no sólo en el predominio del concepto sobre la forma y del proceso sobre el artefacto, sino en la validación de la documentación como pieza artística y la búsqueda de lo inmaterial ante la pérdida de valor del objeto artístico como mercancía. Arrancó así un proceso de liberación del sacralizado cubo blanco negando su neutralidad y cuestionando la necesidad de ese objeto.

Klein ya había inaugurado una investigación sobre el vacío en su intervención The Specialization of Sensibility in the Raw Material State into Stabilized Pictorial Sensibility: The Void (1958). Tras él se sucedieron los trabajos en torno a la desmaterialización o pérdida de fisicalidad
del objeto artístico, su conversión en proceso o evento y el cuestionamiento de la autonomía del arte y de la asepsia de galerías y museos -cubos blancos con capacidad para dotar de “artisticidad” lo que se expone en ellos-. En 1968 Graciela Carnevale encerró a los asistentes a un happening en una tienda, en 1969 Robert Barry cerró la galería durante una exposición en su Closed Gallery, en 1970 la Experimental Situation (Ace Gallery, L.A.) de Robert Irwin llenó el espacio expositivo tan solo consigo mismo, Chris Burden en su performance White Light/White Heat (1975) permaneció 22 días en un altillo construido en la galería aislado de los visitantes y Michael Asher tiró un muro de la Claire Cople Gallery en L.A. en 1974, poniendo así de manifiesto la presencia del trabajo puramente administrativo en el espacio artístico. A ellos se suma el trabajo de Daniel Buren quien también en la Claire Cople intervino el espacio en 1975 con sus características bandas de color, estableciendo un diálogo entre el interior y el exterior de la galería.
Luis San Sebastián recoge como en otras ocasiones todas estas referencias en esta “Exposición no disponible” en un momento en que somos conscientes ya de que aquel ambiguo intento de escapada fue de nuevo fagocitado por el sistema del arte y volvió a la “jaula de oro”; y es que el carácter emancipatorio de una negación anticapitalista improductiva es fácilmente arrastrado a la espectacularidad y no es en absoluto populista.

El artista en su homenaje introduce sin embargo una variable que le conecta con autores más claramente políticos como es Rogelio López Cuenca, en cuya trayectoria podemos destacar su posicionamiento crítico frente al sistema de inmigración u otras políticas de la UE, por ejemplo. Su pieza For Copyright reasons (2010) - así como su versión en camiseta para Arts Coming u otros formatos en los que la ha presentado - es un alegato a favor de la cultura libre como un nuevo (viejo) sistema legal y económico y un nuevo modo de construir conocimiento que vive un especial florecimiento por las potencialidades de la Red. La frase, repetida por San Sebastián, es literalmente
recogida de webs de museos que, por razones de falta de recursos o negativa a asumir los costes de derechos de reproducción de una obra de propiedad intelectual, carecen de la imagen, impidiendo al usuario conocerla y distribuirla, dificultando la acumulación de conocimiento.
Así pues, se produce una interesante inversión: si en los sesenta, en pleno auge de los mass media y en la escalada de la industria cultural, era necesario negar el objeto para reivindicar el arte y criticar el capitalismo; en esta era postinternet es ese mismo capitalismo reforzado el que nos niega el objeto en su reproducción digital o analógica a menos que se obtenga rédito de la misma y el artista se ve forzado a recurrir a esa negación alienante.
San Sebastián recoge aquí esa crítica a la sociedad de la información remitiendo por un lado a las cortapisas para la libre distribución del conocimiento y por otro a la saturación de imágenes a la que nos vemos sometidos y que vienen también a poner en cuestión la genialidad de la autoría en una era post-.

Marta Álvarez