"ROAD RUNNER"

 

 

Félix Curto

 

 

 

 

 

 

 

ROAD RUNNER

 

 

El viaje y la música están en el origen del trabajo de Félix Curto. La documentación de sus experiencias, reflexiones, y observaciones dan forma a la obra de arte. Por medio de fotografía, pintura, dibujos y objetos nos traslada a un no-lugar, una realidad donde converge el imaginario de la contracultura, con road movies como Easy Rider (1969), la música de Neil Young, Bob Dylan, The Velvet Underground, o clásicos de la literatura beat, con una práctica artística que utiliza la historia del arte y la historia de la música como “caja de herramientas” recordando al trabajo del teórico francés Nicolas Bourriaud.

 

En su trabajo fotográfico, Curto, documenta sus viajes tomando instantáneas de paisajes, retratando personajes y comunidades que bien podrían pertenecer a fotogramas de una road movie, fotografías que nos trasladan de una realidad a otra, invitando a reflexionar sobre un espacio intermedial, un viaje entre realidades, una fílmica y otra cotidiana. Las imágenes narran el viaje y el rollo de carrete de fotos se convierte en una analogía del gran rollo de papel en que Jack Kerouac escribió On The Road, icono del movimiento contracultura de la generación beat. La experiencia del viaje sin rumbo, hace referencia a la búsqueda de emociones a través de la contemplación de lo sublime, que empezaron los pintores de paisaje románticos del siglo XIX, un sentimiento del que son herederos los beats posteriormente a mediados del siglo XX.

 

Por otra parte las piezas de arte-objeto, dibujos, pinturas, y los “hoods” de Curto, parten de objetos encontrados por el artista en sus viajes y sirven para conectar con los paseos de los surrealistas, el ready-made de Marcel Duchamp, el arte conceptual, la pintura de acción de Pollock y el arte povera. La música funciona como un combustible para el carro (I am the cosmos) de Curto, haciendo uso de ella y utilizando textos de canciones como enunciados conceptuales. El objeto artístico queda como residuo de un acto, de una energía, donde lo que verdaderamente importa es cómo se conduce la práctica del arte a un contacto más cercano con la vida. Citando a Duchamp como si se tratara de uno de los personajes de la película de Dennis Hopper en Easy Rider: “Mi arte consistiría en vivir cada segundo en una obra de arte que no está inscrita en ninguna parte, que no es visual ni cerebral y sin embargo existe. Es una especie de constante euforia.”

 

Porque tanto de lo que nos habla Curto como Duchamp o Hopper, es de la vida como experiencia estética y de que la vida es la verdadera obra de arte.

 

Luis San Sebastián

 

 

 

 

 


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