El trabajo de Javier Riera se basa en proyecciones de luz con formas geométricas realizadas directamente sobre el paisaje. Estas proyecciones son estáticas o, en su defecto, tienen un movimiento muy sutil, que apela a una experiencia meditativa. Transforman por completo el espacio y lo intervienen como esculturas de luz o escenografías, generando un diálogo entre naturaleza, geometría y espectador. Utiliza la fotografía como medio de registro, sin manipulación en el ordenador. Su trabajo se basa en una experiencia de intervención real sobre “el espacio y el tiempo del paisaje”, que le aproxima a las propuestas del Land Art.

Esta imagen habla de espacios vacíos, de luces y sombras, de cómo en nuestra ausencia pueden aparecer otras presencias, como las de esos animales que vemos asomarse ahora a las ciudades. Aquí aparecen entendidos en un sentido espiritual y simbólico, como entidades benéficas que se filtran por las paredes de nuestro espacio cotidiano, proponiendo con su presencia inocente un mundo más solidario y armónico entre todos los seres que lo habitan.

Doce metáforas visuales del confinamiento, Artículo EL PAÍS

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